Empecemos por la opción más rápida y cómoda: los autolavados de rodillo. Esta clase de túneles nos ayudan a ser más respetuosos con el medio ambiente ya que el consumo de agua es mucho menor que en una limpieza con una manguera a presión.
La pérdida de una antena o el descubrimiento de una zona en la que la pintura del coche se ha desconchado son dos de las malas experiencias más comunes cuándo se acude a un túnel de lavado. Pero eso no significa que todos los establecimientos de este sector sean iguales.
El principal peligro de un autolavado automático es que los rodillos no se revisen con la suficiente frecuencia. Si las cerdas están libres de suciedad y no se encuentran desgastadas por el paso del tiempo no tiene por qué haber ningún problema. El quid de la cuestión reside en acudir a una empresa de confianza aunque a veces eso suponga gastar un poco más.
Ahora le toca el turno al uso de las pistolas de presión. Ojo, no son tan distintas a los rodillos del lavadero de coches como puedas pensar. El motivo no es otro que la inexperiencia de los conductores a la hora de manejarlas.
Resulta que acercar demasiado el chorro de agua a la carrocería puede causar los mismos estragos que las temidas cerdas de los rodillos sin contar con que los cepillos que ponen a nuestra disposición en estos lugares no siempre están en las mejores condiciones. Una vez más, la empresa que escojas será un factor determinante.
Para terminar, vamos con la fase de secado. En los autolavados este proceso se hace por medio de una corriente de aire lo que evita roces y arañazos. Si secas tu con una gamuza más vale que sea de buena calidad o las marcas serán inevitables.
Y con esto ya tienes toda la información que necesitas acerca de los autolavados de coches. Por supuesto, hay zonas de tu vehículo que requieren una especial atención como, por ejemplo, la tapicería o las llantas de las ruedas. ¡Tener un coche listo para ser admirado es un trabajo que requiere esfuerzo!